jueves, 23 de junio de 2016

Chile es finalista, por Gabriel Zas

Chile venció cómodamente a Colombia y por segundo año consecutivo enfrentará a la Argentina en una final continental

Fue 2 a 0 en una noche inolvidable para el recuerdo de ambas selecciones, ya que la CONMEBOL estuvo a punto de postergar el segundo tiempo para el día jueves a raíz de una inminente alerta de tornado y fuertes precipitaciones sobre la ciudad de Chicago, escenario del tan clamado encuentro, pero decidió continuarlo como consecuencia de la favorable evolución climática suscitada en el trascurso de las horas siguientes, que se hicieron infinitas tanto para las delegaciones como para el público presente



Foto: A Puro Deporte

Lo que debió ser una tormenta de goles se convirtió en una fortísima tormenta meteorológica que obligó a suspender el partido durante dos horas cuando los futbolistas se encontraban en los vestuarios tras disputar la primera mitad. Las previsiones ya alertaban sobre el riesgo de la tromba de viento y las posibles precipitaciones con descargas eléctricas sobre Chicago, y todo se cumplió a la medida de lo anunciado. Apenas concluido el primer tiempo, las autoridades anunciaron que en unos 20 o 30 minutos se esperaba que la tormenta se descargase sobre la ciudad estadounidense, lo que obligó a suspender temporariamente el partido y recomendar a los espectadores que buscasen algún refugio seguro dentro del mismo estadio.


Las gradas se vaciaron casi en tiempo récord, salvo en aquéllos lugares protegidos bajo las tribunas a la espera de una decisión definitiva en función de la evolución de las condiciones meteorológicas. La lluvía invadió abruptamente el estadio y aún así el césped mantenía un buen aspecto, pero acumulaba tal cantidad de fluido que requirió un gran esfuerzo para el futuro desarrollo del encuentro si la tormenta remitía en un plazo de tiempo razonable.

Foto: Ahora Noticias


La virtud de Chile es que a diferencia de Colombia puede jugar a lo largo y a lo ancho. Sin Vidal ni Marcelo Díaz perdía claridad en el juego, pero las bandas le dan unas alas poderosas que lo hacen volar. Colombia se tragó dos sapos antes de que James encontrara su lugar en el partido y consiguiera arrimar a su equipo a los dominios de Claudio Bravo. Cuadrado es sinónimo de rapidez, calidad, fantasía, si se quiere, pero resulta inconsistente. Todo lo empieza bien pero pocas cosas las acaba de igual manera. Aún así, por su costado nacía el mayor peligro Cafetero, con Cardona muy ausente y Martínez -que dejó a Bacca en el banquillo- muy a merced de la veteranía de Jara y Medel. Pero de la metáfora se pasó a los hechos y de la tormenta futbolística chilena a la tormenta real en Chicago que obligó a suspender el partido.La organización estableció un límite para tomar una decisión sobre la continuidad o la suspensión del encuentro que Chile gobernaba con dos goles madrugadores de Aránguiz y Fuenzalida. Como si le quedaran aún goles en el equipaje tras los siente endosados a México, Chile arrancó ante Colombia como si le quemaran los pies. En apenas 10 minutos, sin necesidad de jugar bien, en un partido que nació trabado, anotó dos goles sin que Colombia pudiera abrir la boca. Por más que vistiera con su rojo habitual, visible a cualquier distancia, era tal su velocidad, su vértigo, que los defensores colombianos entornaban los ojos para adivinar los números de las camisetas. Fuenzalida, pletórico, fue un tornado en el primer gol. Cabalgó por la despoblada banda derecha, en la que Fabra se ausentó a menudo, recortó y su centro lo cabeceó al tún tún Cuadrado, que pasaba por allí. Y por allí, por donde cayó el balón, estaba Aránguiz, con la discreción de una hormiga, para batir a Ospina. En la otra banda, poco después, Alexis fue un huracán, o sea Alexis, para quitarse de en medio a Zapata y disparar violentamente al poste con la fortuna de que la madera lo escupió hacia la derecha por donde llegaba Fuenzalida (¿quién si no?) para marcar a puerta vacía. En apenas 10 minutos, Chile hirió de muerte a Colombia con dos golpes frívolos y despiadados.

Foto: Goal


Y nació otro partido dos horas después con los jugadores fríos y aburridos por la espera, con el césped encharcado. Todo era nuevo, salvo que Chile partía con dos goles de ventaja casi olvidados en la noche de los tiempos. Unos goles como dos montañas que parecieron una cordillera cuando Colombia sufrió la expulsión por doble amonestación de La Roca Sánchez. Con 11 fue inferior, con 10 incapaz. Solo un penal no sancionado de Jara a Torres podía haberlo metido en un partido en el que nunca estuvo, nunca encontró su sitio, asfixiada por la tenacidad de Chile, que repetirá el domingo la final de la pasada edición frente a Argentina para revalidar el título. Cuatro horas de partido fueron demasiadas para solamente dos goles. A uno por hora, aunque Chile juegue a 100 por hora. Y al final tánganas y espontáneos. Pareciera que nadie quisiera que acabase un partido interminable.

Foto: Total Sportek

A modo de conclusión, Colombia no estuvo a la altura de un partido en el que se le esperaba algo más de protagonismo, pero a estos le faltó la conducción tan necesitada de James, que estuvo desacertado y nunca pudo ser el conductor que tanto necesitaba su Selección. Ante la ausencia del 10, Chile le ofreció la regularidad de Fuenzalida que, al contrario del crack del Real Madrid, fue la sorpresa agradable de los chilenos.

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