¿Qué secretos esconde el convento de General Rodríguez?
Ayer salió a la luz una noticia
que hizo eco y acaparó el interés nacional de todos los medios masivos de
comunicación: José López, ex ceo de De Vido, presumiblemente testaferro suyo, y
actual miembro del Parlasur, fue encontrado in fraganti a las 5 de la madrugada
cuando pretendía esconder en un monasterio de la localidad bonaerense de
General Rodríguez un motín valuado en alrededor de más de 8 millones de
dólares. Y aún, según dejaron entrever algunos medios, todavía resta
contabilizar una buena parte de todo ése total incautado por la Policía. La
detención se produjo a partir de una llamada al 911 de un vecino que vio
movimientos extraños desde la ventana de su domicilio particular. Primer punto
de inflexión: el horario. Puede que se haya levantado temprano por cuestiones
laborales, pero no deja de ser un dato poderosamente sospechoso, aún para el
más ingenuo.
López
arribó en plena madrugada al monasterio para deslizar por encima del muro al
menos cuatro valijas con todo el “tesoro”. ¿Por qué no hacerlo a henchida luz
del día? Si varios representantes de la cúpula K, entre ellos Scioli, según
trascendió en las noticias; asistieron en otras oportunidades al convento. Hubiese
sido algo más natural. Es decir, que del presente apunte infiero
irremediablemente que gente ligada al kirchnerismo tenía vínculos y contactos
con alguien de la congregación. ¿Con qué fin? Por ahora, es una incógnita.
Además, vale preguntarse indefectiblemente a qué iban allí, qué negocios y entramados
escondían o manejaban. Es todo bastante gris tirando a negro. Por mi parte, no
me creo para nada el pretexto de “robar para ayudar a las monjas que allí
residen” porque es algo demasiado infantil y nefasto. Pero me quedo con una
sola palabra de toda ésa frase: robar. Al menos, asumió su culpa y se
responsabiliza por los actos cometidos. Pero acá surge otra cuestión: ¿a quién
le robó, en realidad? ¿De dónde salió todo ésa fortuna? ¿Y qué tiene que ver
concretamente De Vido en todo esto?
Se supo, además, que López se trasladó hacia el convento en
una camioneta de alta gama. Y, de algún modo, ésa operación justifica la
portación que la carabina que se le encontró en su poder. Pero hubiera sido
otra cosa si se hubiese injertado en un vehículo menos llamativo. Claramente,
los puntos que no cierran son muchos y ahora resta esperar la declaración de
las monjas involucradas y del vecino que alertó
a la Policía. Que, asimismo, se despliega que el convento no estaba
abandonado, como se instruyó desde un comienzo, y que algunas monjas de ahí,
según la información divulgada por radio Mitre, tenían previo conocimiento de
la visita de José López, ya que habría hecho una llamada telefónica al claustro
alrededor de las 3 para notificar sobre su inminente presencia, siempre sujeto
a la información brindada por los medios. Entonces, la nebulosa se recrudece
cada vez más con cada nuevo dato que mana.
Cierro dicha reflexión con una inquietud que me embarga desde ayer que la noticia salió a la luz: ¿éste infortunio tiene inherencia con “La
ruta del dinero K”?
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